Capítulo 3
Pero lo que ocurrió entre Valeria y Flora no os lo vamos a contar ahora, lo dejaremos para más adelante… Y es que la habitación de Flora era una habitación llena de mariposas mágicas, que desbordaba un intenso colorido y una magnífica fragancia. Cuando estabas allí parecía que estuvieses en un campo rodeado de flores y pájaros revoloteando junto a las traviesas mariposas.
Lo que más nos preocupa ahora es que Flora era una princesita infeliz, ya que nunca tenía amiguitos ni amiguitas con quién jugar. Al ser princesa tenía que estudiar mucho durante muchísimas horas (mañana y tarde) mientras veía a los demás niños y niñas jugar y divertirse en el campo, y esto le apenaba bastante.
Un día que estaba Flora en la ventana observando el campo vio a una niña a lo lejos jugando sola, lo que le llamó mucho la atención. Muy sigilosamente bajó de su habitación y sin que la vieran salió de su elegante castillo para acercarse a la niña. Justo cuando estaba a su lado le preguntó:
- ¿Por qué estás jugando y corriendo sola sin que nadie te siga?
La niña la miró extrañada porque iba allí todas las tardes a jugar y nunca la había visto. Y empezaron a hablar:
- Hola, me llamo Flora y soy una princesa elefante. Y tú, ¿cómo te llamas?
- Yo me llamo Talía y busco una amiguita con quién jugar ya que siempre juego sola en esta parte del campo.
- Pues yo nunca he tenido amiguitos con los que jugar – gimoteó la buena de Flora -, por lo que me gustaría que fueras mi amiga.
La respuesta de Talía fue un sí estruendoso que se oyó en todo el bosque. Las dos corrían y saltaban muy contentas alrededor de los inmensos árboles. Los pájaros, las mariposas, las ardillas y todos los demás animalitos del bosque saltaban y jugaban con ellas dos.
Al llegar la tarde, exhaustas y cansadas de tanto jugar, se despidieron para volver a verse al día siguiente.
Esa noche las dos tuvieron sueños preciosos. Al despertar Flora se llevó una muy agradable sorpresa. En su armario había nada más y nada menos que un bonito vestido hecho de flores de color rosa y una corona a juego con una pulsera hecha de las mismas flores y con unas palabras grabadas en color turquesa: “Que la amistad dure para toda la vida”.
Flora, muy contenta, corrió hacia su amiga Talía para contarle lo que le había sucedido en su habitación. ¡Y cuál fue su sorpresa al encontrarse las dos con sus vestidos de flores, sus coronas y sus pulseras de la amistad! Con un fraternal abrazo comprendieron que en la vida lo importante no es ser princesas o lacayos, que lo que realmente cuenta es la amistad, el amor y el respeto por los demás.
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