Capítulo 4
Por un momento Valeria pensó que la preciosa elefanta rosa podría ser su querida amiga la princesa.
- “Si tiene los mismos zapatos…” – pensó en voz alta.
Pero como no podía hablar con ella, no estaba seguro de que fuera ella. De repente la elefanta rosa invitó con un gesto a Valeria a dar un paseo y jugar en los valles al lado del río.
Estaban jugando muy contentas y corriendo por el valle y de repente se encontraron en un bosque. Ellas no sabían que ese bosque estaba “encantado”. Era un bosque bellísimo, con muchos árboles y flores de todos los colores que alegraban la vista de los que pasaban por allí. Todas las tardes los animalitos del bosque se reunían para jugar. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos y en las vivas flores de colores. Todo era tan bonito que nuestras amigas se olvidaron totalmente de que tenían que volver a su casa. Y cuando se dieron cuenta de que se habían perdido, en el bosque ya estaba oscureciendo. Los árboles parecían estar vivos y había ruidos muy raros.
Nuestras amigas estaban muy pero que muy asustadas. No sabían qué camino escoger para regresar al río, pues todos los caminos parecían iguales. Esperaron un poco y decidieron escoger uno, aunque no sabían dónde las llevaría.
Anduvieron y anduvieron hasta que encontraron una casa abandonada, llena de moho y telas de arañas por todos sitios. Sintieron verdadero temor y como no sabían qué hacer se sentaron. De repente oyeron el chirriar de una puerta y sintieron un gran escalofrío. Estaba muy oscuro y no se veía prácticamente nada. Nuestras amigas se quedaron mudas al ver salir una vieja bruja de la casa. La vieja bruja preguntó:
- ¿Quién está por ahí?
La elefanta rosa y Valeria permanecieron calladas.
- ¿Quién está por ahí? – repitió de nuevo la vieja bruja con una voz ronca -. Sé que estáis ahí…
Al verlas se acercó y les preguntó:
- ¿Qué hacéis por aquí, dulces criaturas?
Valeria, con voz asustada, temblando de miedo, le contestó:
- ¡Estamos perdidas en el bosque!
- ¡Ja, ja, ja…! – rió la bruja -. Bueno, si queréis podéis pasar la noche en mi casa. Tengo algo de sopa y una camita calentita. ¡Ja, ja, ja!
Valeria y Flora estaban muy cansadas y muy hambrientas, así que no tenían otra que quedarse allí y pasar la noche en la siniestra casa de la vieja bruja…
Mientras tanto los padres de Flora estaban buscándola por todo el pueblo y alrededores…
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