lunes, 29 de noviembre de 2010

LA PRINCESA ELEFANTE (CAPÍTULO 4)

Capítulo 4

       Por un momento Valeria pensó que la preciosa elefanta rosa podría ser su querida amiga la princesa.
-  Si tiene los mismos zapatos…” pensó en voz alta.
       Pero como no podía hablar con ella, no estaba seguro de que fuera ella. De repente la elefanta rosa invitó con un gesto a Valeria a dar un paseo y jugar en los valles al lado del río.
       Estaban jugando muy contentas y corriendo por el valle y de repente se encontraron en un bosque. Ellas no sabían que ese bosque estaba encantado”. Era un bosque bellísimo, con muchos árboles y flores de todos los colores que alegraban la vista de los que pasaban por allí. Todas las tardes los animalitos del bosque se reunían para jugar. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos y en las vivas flores de colores. Todo era tan bonito que nuestras amigas se olvidaron totalmente de que tenían que volver a su casa. Y cuando se dieron cuenta de que se habían perdido, en el bosque ya estaba oscureciendo. Los árboles parecían estar vivos y había ruidos muy raros.


       Nuestras amigas estaban muy pero que muy asustadas. No sabían qué camino escoger para regresar al río, pues todos los caminos parecían iguales. Esperaron un poco y decidieron escoger uno, aunque no sabían dónde las llevaría.
       Anduvieron y anduvieron hasta que encontraron una casa abandonada, llena de moho y telas de arañas por todos sitios. Sintieron verdadero temor y como no sabían qué hacer se sentaron. De repente oyeron el chirriar de una puerta y sintieron un gran escalofrío. Estaba muy oscuro y no se veía prácticamente nada. Nuestras amigas se quedaron mudas al ver salir una vieja bruja de la casa. La vieja bruja preguntó:
-  ¿Quién está por ahí?
       La elefanta rosa y Valeria permanecieron calladas.
-  ¿Quién está por ahí? repitió de nuevo la vieja bruja con una voz ronca -. Sé que estáis ahí
       Al verlas se acercó y les preguntó:
-  ¿Qué hacéis por aquí, dulces criaturas?
       Valeria, con voz asustada, temblando de miedo, le contestó:
-  ¡Estamos perdidas en el bosque!
-  ¡Ja, ja, ja! rió la bruja -. Bueno, si queréis podéis pasar la noche en mi casa. Tengo algo de sopa y una camita calentita. ¡Ja, ja, ja!
       Valeria y Flora estaban muy cansadas y muy hambrientas, así que no tenían otra que quedarse allí y pasar la noche en la siniestra casa de la vieja bruja
       Mientras tanto los padres de Flora estaban buscándola por todo el pueblo y alrededores




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